sábado, mayo 12, 2007

el error lo es todo... el resto es verguenza



Se ha dicho que el amor es entrega total de un ser en beneficio de otro; respetable definición cuya grandeza no puede ser discutida. Mas, sin presumir de cínicos, es preciso reconocer que en tal caso conviene reservarse un pequeño margen de amor propio, necesario entre otras cosas para suscitar celos, de forma que a la otra parte no se le haga el campo orégano, confiada en la absoluta certeza de nuestro fiel comportamiento.

Las rencillas entre enamorados, tan certeramente comparadas con las tormentas de verano, son obra exclusiva del amor propio.

Puede decirse que todo noviazgo está jalonado de pequeñas rencillas cuya sabia finalidad es robustecer poco a poco en el perdón reiterado la siempre perfectible comunión de dos espíritus. Naturalmente que hay que tener fino instinto para entrever el momento y la forma en que conviene ceder, para no correr el peligro de sufrir el irreparable daño de unas calabazas con todas las de la ley.

De esas calabazas formales y definitivas en que el honor nos manda devolver las cartas intercambiadas y hacer el enojoso trueque de regalos, para luego ahogar en vino el dolor de nuestra perdida felicidad.

En El álbum de grafodramas, Editorial Luis J. Medrano, mayo de 1959.

miércoles, mayo 02, 2007

no saber




el deseo

(te deseo)